Siéntate bajo un árbol tú solo y enamórate de ti mismo por primera vez.

Olvida el mundo, sólo enamórate de ti mismo, pues la búsqueda espiritual es la búsqueda de enamorarse de uno mismo.

El mundo es un viaje relacionado con enamorarse de otros; la espiritualidad es un viaje relacionado con enamorarse del propio yo interior.

La espiritualidad es muy egoísta: es una búsqueda para uno mismo, una búsqueda del significado de uno mismo.

Es regocijarte en ti mismo, saborearte, y cuando ese sabor empiece a darse dentro de ti... espera un poco, busca un poco. Siente tu unicidad, regocíjate de tu propia existencia pues... ¿Qué podría haber hecho si no hubiera nacido? ¿Cómo podría haberme quejado y ante quien, si no hubiera estado ahí?

¡Estás en esta existencia! Ese solo hecho, esa conciencia, la compresión de yo soy, la sola posibilidad de vislumbrar la alegría interior: simplemente alégrate un poco de todo esto.

Que el sabor de todo ello inunde cada uno de tus poros. Déjate llevar por ese éxtasis. Empieza a bailar si tienes ganas, empieza a reír si tienes ganas o empieza a cantar una canción si quieres, pero recuerda permanecer en el centro y permitir que los brotes de la felicidad fluyan desde dentro de ti, no desde fuera...

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