Rendida, exhausta, cansada... No encuentro palabras de consuelo porque sigo sintiéndome incómoda, violenta antes situaciones que no puedo controlar...

Miedo a que esta sensación de analfabetismo emocional no desaparesca ante las personas que me voy cruzando, presumiento del yo, pero incapaces de compartir el corazón...
Intentando cambiar y no aceptar tal como es la persona con sus virtudes, sus defectos... Resultado de ello: apariencias.

Desolada, esa es la palabra, por no encontrar compresión y cariño de esas personas que necesitamos a nuestro alrededor y que consideramos amigos y encontramos de ellos justificaciones que terminan hiriendo al corazón y éste diciéndole a la razón, en su humilde ignorancia, en su humilde sentir ¡ya basta!, quedando bien visible la indiferencia de la otra persona y el respeto que tienes que demostrarte y demostrarle porque lo que hoy es ya mañana no existe, ya que a cada segundo, a cada minuto, sin darnos cuenta las situaciones cambian para todos.

He tenido que huir aprendiendo que el tiempo junto al amor que te tienes, son los únicos remedios que te hacen levantarte y ver la vida de otra forma, no permitiendo ni una burla más hacia tu dignidad, a tu sentir, a tu forma de ver las cosas.

Aprendo en esta huida que lo que merecía la pena ya no vale lo suficiente como para seguir luchando, porque el amor que me proceso va sanando y curando cada una de las mentiras observadas y dichas.

¿Acaso estaís falto de algo interior que lo buscáis en otras personas pero no aceptándolo tal como es, sino limándolo a vuestra semejanza?

Pues tened cuidado porque heris con propósito y violáis un espacio intimo para que luego quede todo en un burdo engaño, dando un significado a la palabra amistad de necedad y que caresca de todas las sensaciones que ella produce.

Queda mucho todavía por recorrer, teniendo la esperanza de que aires frescos vendrán... Sólo eso esperanza.

Ahora mismo quiero estar sóla con aquellas personas que me quieran y si me preguntáis como estoy, que sea de corazón

Guardad respeto, porque este alma no tolera ni más pena, ni más lástima