Lo realmente verdadero es el intervalo: entre dos palabras, dos pensamientos, dos deseos, dos emociones o dos sentimientos.

Siempre hay una pausa; entre el sueño y la vigilia o entre la vigilia y el sueño.
En el espacio entre cuerpo y alma, en ese intervalo. Cuando el amor se vuelve odio, la pausa en la que ya no es amor y todavía no es odio...
Cuando el pasado se vuelve futuro, la pausa en la que ya no está ahí y el futuro no ha llegado, ese momento pequeñísimo, ése es el presente, eso es el ahora.

Es tan pequeño que no puede ser dividido. Esa pausa es indivisible y llega a cada momento de mil maneras...

Tus estados de ánimo cambian de uno a otro y tú pasas por ellos. En veinticuatro horas experimentas esos intervalos tantas veces que es un milagro que no nos demos cuenta.
Sin embargo, nunca observamos la pausa; hemos aprendido ese truco, a no mirarla...
Es tan pequeña que viene y se va y nunca nos damos cuenta de ella, de que ha estado ahí...

Nos percatamos de las cosas sólo cuando ya no están, cuando se han convertido en parte del pasado.
O bien nos damos cuenta cuando están llegando y son parte del futuro, pero cuando realmente están aquí nos las arreglamos para no verlas.

Cuando estás enojado, no lo ves; después te arrepientes.
Cuando es muy inminente lo sientes y te ves perturbado porque llegue otra vez...
Pero cuando está ahí, de repente te vuelves ciego, sordo, inconsciente y no te das cuenta.

La pausa es tan pequeña que si no estás completamente alerta no la percibirás. Es muy pequeña, sólo puedes captarla si estás consciente por completo.

Sólo cuando estés totalmente ahí serás capaz de ver...

Cuando un pensamiento deja de existir y surge otro, entre ambos hay un intervalo sin pensamientos. Eso es lo verdaderamente importante.

Hay un momento, muy sutil, pero no dura mucho.
Es sólo como un golpe de brisa: está ahí y ya se ha ido. Sin embargo, si puedes percibirlo te sorprenderás: te habrás tropezado con el tesoro más grande de la vida.

Al pasar por la pausa, aún sin darte cuenta, te ves beneficiado.

Algo, un poco de fragancia, llega a tu ser aunque no te des cuenta...

A partir de este momento ponte alerta...

Lentamente aprenderás a hacerlo...

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