Según
la leyenda, el Fénix era un ave maravillosamente bella que vivía en el
paraíso, junto con el primer hombre y la primera mujer, a los que seguía
a todas partes...
Cuando Adán y Eva fueron expulsados, un ángel portador de una espada de fuego fue designado para cuidar de las puertas del paraíso e impedir que la pareja pudiera volver al Edén...
Se dice que, empujado por el amor y la lealtad, el ave Fénix intentó impedir que las puertas se cerraran definitivamente para sus amigos.
Entonces, una chispa saltó de la espada del guardián y el hermoso plumaje del ave se encendió, terminando con su vida en una llamarada multicolor...
Quizá como premio por haber sido la úncia bestia que se había negado a probar el fruto prohibido, o quizás porque era injusto que un acto de amor terminara en una muerte así, el caso es que todos los ángeles estuvieron de acuerdo en concederle al ave Fénix varios dones, como el de sanar las heridas de otros seres vivos con sus lágrimas y el de la vida eterna...
Su inmortalidad se manifestaba en su eterna capacidad de volver a la vida resurgiendo de entre sus cenizas...
Según la leyenda, cuando le llegaba la hora de morir, el ave Fénix hacía un nido de especias y hierbas aromáticas y ponía en él un único huevo...
Después de empollarlo durante algunos días, una noche, al caer el sol, el Fénix ardía espontáneamente, quemándose por completo y reduciéndose a cenizas.
Gracias al calor de las llamas, se terminaba de empollar el huevo y, al amanecer, el cascarón se rompía resurgiendo de entre los restos aún humeante el ave Fénix...
No era otra ave, era el mismo Fénix, siempre único y eterno, aunque siempre más jóven y fuerte antes de morir...
Siempre más sabio porque tenía, además, la virtud de recordar todo lo aprendido en su vida anterior...
Los que amamos los cuentos sabemos que, cuando una historia están tan presente a lo largo y a lo ancho de la historia, no puede significar más que una necesidad compartida y universal, una enseñanza o un aprendizaje que debe pasarse de generación en generación...
Aprender de los fracasos, volver a intentar lo que no se consiguió, enriquecido por la experiencia, y crecer en la adversidad...
Un mensaje de los ancestros que se resume en que perder en la más cruel de las batallas, pero no morir en ella, solo consigue hacernos más fuerte...
Cuando Adán y Eva fueron expulsados, un ángel portador de una espada de fuego fue designado para cuidar de las puertas del paraíso e impedir que la pareja pudiera volver al Edén...
Se dice que, empujado por el amor y la lealtad, el ave Fénix intentó impedir que las puertas se cerraran definitivamente para sus amigos.
Entonces, una chispa saltó de la espada del guardián y el hermoso plumaje del ave se encendió, terminando con su vida en una llamarada multicolor...
Quizá como premio por haber sido la úncia bestia que se había negado a probar el fruto prohibido, o quizás porque era injusto que un acto de amor terminara en una muerte así, el caso es que todos los ángeles estuvieron de acuerdo en concederle al ave Fénix varios dones, como el de sanar las heridas de otros seres vivos con sus lágrimas y el de la vida eterna...
Su inmortalidad se manifestaba en su eterna capacidad de volver a la vida resurgiendo de entre sus cenizas...
Según la leyenda, cuando le llegaba la hora de morir, el ave Fénix hacía un nido de especias y hierbas aromáticas y ponía en él un único huevo...
Después de empollarlo durante algunos días, una noche, al caer el sol, el Fénix ardía espontáneamente, quemándose por completo y reduciéndose a cenizas.
Gracias al calor de las llamas, se terminaba de empollar el huevo y, al amanecer, el cascarón se rompía resurgiendo de entre los restos aún humeante el ave Fénix...
No era otra ave, era el mismo Fénix, siempre único y eterno, aunque siempre más jóven y fuerte antes de morir...
Siempre más sabio porque tenía, además, la virtud de recordar todo lo aprendido en su vida anterior...
Los que amamos los cuentos sabemos que, cuando una historia están tan presente a lo largo y a lo ancho de la historia, no puede significar más que una necesidad compartida y universal, una enseñanza o un aprendizaje que debe pasarse de generación en generación...
Aprender de los fracasos, volver a intentar lo que no se consiguió, enriquecido por la experiencia, y crecer en la adversidad...
Un mensaje de los ancestros que se resume en que perder en la más cruel de las batallas, pero no morir en ella, solo consigue hacernos más fuerte...
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