Una mañana, el gran rey Prasenjita visitó a Gautama Buda...
Prasenjita, hombre de gran ego, no tenía ninguna inclinación de este tipo pero, como su mujer insistía mucho, pensó que merecía la pena visitarle, por lo menos una vez...
No sabía a quién se iba a dirigir... Así que no quería presentarse como un hombre ordinario. Todo el mundo tenía que enterarse, así que le llevó como regalo una flor de loto, aconsejado por su mujer, y uno de los diamantes más preciado de su tesoro...Diamante por el cual habían habido muchas disputas y guerras...
Cuando llegó ante él, le ofreció el diamante... inmediatamente Buda le ordenó que lo dejara caer... Prasenjita no lo entendía. Lo dejó caer, pero insistió y le ofreció la flor de loto... Buda le volvió a ordenar que la dejara caer...
Fue por tercera vez, cuando Buda dijo: ¿No me oyes? ¡Déjala caer!
Prasenjita perplejo, se dijo: He dejado caer el diamante, he dejado caer la flor de loto; ya no tengo nada que ofrecer... Me marcho... Está loco...
En ese instante Sariputra, viejo discípulo, le dijo: No entiendes el significado... no escuchas... Puedes quedarte con el diamante y con la flor de loto, pero no te lleves tú ego, dejálo caer...
Fue de esta forma como ante él se abrió una nueva visión y con total humildad se dejó caer... llevándose por su propio magnetismo...
Prasenjita, hombre de gran ego, no tenía ninguna inclinación de este tipo pero, como su mujer insistía mucho, pensó que merecía la pena visitarle, por lo menos una vez...
No sabía a quién se iba a dirigir... Así que no quería presentarse como un hombre ordinario. Todo el mundo tenía que enterarse, así que le llevó como regalo una flor de loto, aconsejado por su mujer, y uno de los diamantes más preciado de su tesoro...Diamante por el cual habían habido muchas disputas y guerras...
Cuando llegó ante él, le ofreció el diamante... inmediatamente Buda le ordenó que lo dejara caer... Prasenjita no lo entendía. Lo dejó caer, pero insistió y le ofreció la flor de loto... Buda le volvió a ordenar que la dejara caer...
Fue por tercera vez, cuando Buda dijo: ¿No me oyes? ¡Déjala caer!
Prasenjita perplejo, se dijo: He dejado caer el diamante, he dejado caer la flor de loto; ya no tengo nada que ofrecer... Me marcho... Está loco...
En ese instante Sariputra, viejo discípulo, le dijo: No entiendes el significado... no escuchas... Puedes quedarte con el diamante y con la flor de loto, pero no te lleves tú ego, dejálo caer...
Fue de esta forma como ante él se abrió una nueva visión y con total humildad se dejó caer... llevándose por su propio magnetismo...
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