Hemos aprendido a percibir, interpretar y prever lo que ocurre en nuestro entorno de una forma determinada. Si podemos cambiar las expectativas, dependerá de las experiencias vitales que hayamos tenido. Si se cree que no se tiene influencia en el desenlace de una situación es porque se siente entregado a la causa de tal forma que se llega a pensar en que hay que tomarse la vida como viene.

A casi todo el mundo le gustaría saber qué depara el día siguiente, el año siguiente.
Uno se siente seguro cuando sabe lo que se le avecina.

Cuando se siente en la pérdida de control, es decir, el convencimiento de que no se tiene ninguna influencia en el desenlace de una situación, es la causa de que nos conformamos con unas malas condiciones de vida.

Optamos por no esperar nada más de la vida.
Soprendentemente nos sentimos seguros en esta situación porque nos resulta familiar.

Hemos aprendido a andar por el lado de la sombra.
Un cambio hacia el lado soleado de las ganas de vivir entraña el riesgo a la derrota.

En terreno desconocido pronosticamos el fracaso cuando la idea de experimentar se hace notable.
Confiamos en la dependencia, ahí sabemos lo que se nos avecina. Creemos poder manejarnos dentro de esta mísera situación, construyendo espacio de supervivencias.

Quedarse quieto no es ninguna solución.
Todo cambio es un riesgo incalculable y por tanto peligroso.

 
Mis dias cambian uniéndome más a Tí.

                                               

                                                  youtube.com/watch?v=oiE6QRnaIMw


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