Valorar nuestra relación con las madres es ir mas allá de las experiencias, las emociones o las expectativas. Nuestras madres nos han legado no solo el ADN, la lengua o las costumbres, sino todas las sustancias neuroquimicas de la sangre, que como respuesta a sus creencias, pensamientos y emociones durante la gestación atravesaron la placenta.

Si sentía miedo, nuestro cuerpo se enteró; si por el contrario sentía felicidad también lo supimos.

El sentimiento primordial de valía procede de los primeros cuidados que nuestra madre nos dispensó. Nuestros pensamientos, emociones y creencias son la manera en la que exploramos la finalidad de nuestra vida y usamos y desarrollamos nuestra creatividad innata.

Cuando nos encontramos ante un obstáculo en la vida, podemos entrar en nuestro interior para conectar con nuestra alma y nuestra creatividad. Desarrollamos de esta manera importantes recursos internos que nos permiten llevar a cabo nuestra finalidad única en la vida.

Nos convertimos en un regalo para nosotras mismas.
Nos convertimos en fuente de sabiduria y modelo de sanación.
Nos convertimos, para nuestros hijos, en faro que alumbramos en la oscuridad y permitimos avanzar aún en tinieblas.
Si algún dia llegas a estar entre mis brazos, no sólo quiero ser madre, sino alguien dónde Siempre reconozca mi mirada llena de Esperanza por Tí.
Porque si Tú te cortas, Yo Sangro.


                                              youtube.com/watch?v=KuW2Xc2lZZk

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