Siempre que amas, estás contento. Cuando no puedes amar, no puedes estar contento. La alegría es una función del amor, una sombra del amor; sigue al amor.

Por tanto vuélvete más cariñoso, y te volverás más alegre. No te preocupes de si tu amor es correspondido o no; eso no tiene nada que ver. La alegría sigue al amor automáticamente, con independecia de si es o no correspondido o de si la otra persona responde o no. Ésa es la belleza del amor, que su resultado y su valor sean intrínsecos. No depende de la respuesta del otro, es tuyo por completo. Tampoco importa el objeto del amor: un perro, un gato, un árbol o una roca.

Siéntate junto a la roca y sé afectuoso. Conversa un poco. Besa la roca y acuéstate sobre ella. Siéntete uno con ella y repentinamente experimentarás una sacudida de energía, un surgimiento de energía, y serás inmensamente feliz.
La roca no te habrá devuelto nada, o tal vez si, pero ése no es el propósito. Te alegraste porque amaste. Quien ama es alegre.

Una vez que conoces esta llave puedes estar alegre las veinticuatro horas. Si eres afectuoso las veinticuatro horas y ya no dependes de poseer objetos de amor, te vuelves más independiente, ya que puedes ser afectuoso incluso sin que haya nadie. Puedes amar el mismo vacío que te rodea.
Sentado solo en tu habitación lo llenas todo con tu amor.
Puedes estar en prisión y convertirla en un templo en un segundo.
En el momento en que la llenas de amor deja de ser una prisión.

Y es que un templo se convierte en una prisión si no hay amor...

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