Quiero Mis Manos para que sepan Acariciar sin Aprisionar; para que sepan Recibir sin Poseer y Sostener sin Condicionar, Dar sin Calcular.
A Mis Ojos para que Vean detrás de la Superficie; para que No se Cierren por el Miedo, pero Nunca Miren con Ira; para que Todos se Sientan Seguros por Mi modo de Mirarles.
Para que Miren y Vean.
A Mis Oídos para que Sepan y Perciban Oír; que Sepan Cerrarse al Ruido Inútil de la Palabrería y Escuchen Sin Cansancio el Silencio; para que Siempre estén Abiertos a la Alegría u Dolor.
A Mi Boca para que dé Testimonio de la Vida y no diga Nada que Hiera o Destruya; que Sólo Pronuncie Palabras que Alivien, y No Calle Nunca los Nombre Heridos; para que Nunca Traicione Mi Propia Verdad.
A Mi Corazón para que Sea Templo Vivo de la Vida; que Sepa Dar Calor y Refugio; que sea Generoso en Perdonar, Alegre en Compartir, Pronto en Comprender.
Llenarlos de Personas Queridas, de Personas Sin Nombre y también de Otros Nombres.
A Mis Pies para que Busquen la Paz y Corran tras ella. Para evitar los Senderos Tortuosos que Desembocan en la Ostentación y la Injusticia. Que Respeten las Huellas de Todo Caminate de esta Vida que es Tuya, que es Mía.
Quiero.
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